ΜΛΣL Admin
Mensajes : 33 Fecha de inscripción : 28/01/2011 Edad : 53
| Tema: ORIGENES DE LOS VAMPIROS Sáb Ene 29, 2011 11:05 am | |
| ORIGENES DE LOS VAMPIROS
La idea de la supervivencia del alma o del espíritu despúes de la muerte ha caracterizado el comportamiento humano desde, al menos, los últimos cien mil años. Clara evidencia de ello es el tratamiento concedido a los muertos desde la Prehistoria.
Sin duda ninguna cultura se tomó tan en serio la preparación de los muertos como la de los antiguos egipcios.
Las inscripciones descubiertas en los muros de la pirámide de Saqqara, realizadas hace cuatro mil años, detallan los hechizos y rituales necesarios para guiar a los difuntos hacia el "otro lado".
Se creía que la salud del alma muerta dependía del bienestar del cuerpo físico y, por esta razón, se introdujo la momificación como un recurso para evitar la descomposición. Un ejemplo es el PERT EM HRU (libro de los aparecidos), un manual para facilitar el paso del alma a la "otra vida". Los egipcios creían que si no se respetaban estas reglas tanto los difuntos como sus familiares en vida sufrirían terribles consecuencias, como el vampirismo o el regreso del cuerpo del mundo de los muertos.
LOS PRIMEROS VAMPIROS
Los primeros escritos sobre entidades vampíricas nos remontan a los estados Babilonios y Asirios surgidos en el siglo II a.C. En ellos se hacía referencia a una jerarquía de espíritus (fantasmas, semidemonios y demonios) entre los que aparecían criaturas vampirescas que regresaban de la tumba para atormentar a los vivos. Un ejemplo es el EKIMMU, que es el alma de una persona fallecida que no encuentra sosiego en el mundo de los muertos.
Potenciales Vampiros según los Babilonios: •Las mujeres que mueren vírgenes •Las mujeres que mueren mientras amamantando •Los hombres solteros •Los hombres malvados •Cualquier persona enterrada en una tumba poco profunda •Cualquier persona que no fuera enterrada •Las prostitutas
lnscripción hallada en una placa Babilonia:
"Los dioses que se apoderan del hombre han abandonado sus sepulcros, Ráfagas de viento maligno provienen de las criptas para exigir el pago de rituales y verter sus libaciones, han dejado sus sepulturas, como un torbellino, toda la maldad en sus huéspedes ha surgido de las tumbas".
LOS VAMPIROS EN EL ANTIGUO EGIPTO
Al igual que los Babilonios y los Asirios, los Egipcios temían que si un cuerpo físico no era debidamente venerado, su alma o espíritu sufriría mucho en la "otra vida" o que ni siquiera la alcanzaría.
Los egipcios creían que el ser humano está compuesto por varias almas o estados de consciencia distintos.
También pensaban que si un espíritu errante no encontraba descanso podía regresar para tormentar a los vivos. Por eso se cree que el verdadero vampirismo se originó en el Delta del Nilo.
Cuando Egipto cayó en poder de los persas alrededor del año 550 a.C, esta insistencia en preservar el cuerpo físico desapareció.
LOS VAMPIROS EN LA EDAD MEDIA
La llegada del primer milenio, periodo que en la Europa feudal recibió el nombre de "Era del Anticristo", supuso una intensa actividad vampírica en el mundo conocido. De hecho, Michel de Notredame, en una famosa epístola al rey Enrique II, advertía de la llegada del "Imperio del Anticristo", e incluso los papas eran considerados representantes del señor de la oscuridad.
Guillermo de Newburgh, autor de "Historia Rerum Anglicarum" (Historia de cuestiones inglesas), menciona en su obra:
"Costaría creer que los cadáveres abandonan sus tumbas (ignoro por medio de qué entidad) y que vagan para aterrorizar o destruir a los vivos, si los frecuentes ejemplos no bastaran para establecer este hecho, de cuya veracidad existe abundante testimonio".
GILLES DE RAIS, EL NOBLE SALVAJE
Un noble del siglo XV y compatriota de Juana de Arco, Gilles de Rais, realizaba salvajes y sádicos actos de crueldad sexual y canibalismo, por lo que se ganó la reputación de vampiro sediento de sangre.
Se creía que De Rais, aficionado a la magia negra, había invocado espíritus malignos para que le ayudaran a matar a 800 personas, casi todos niños.
Finalmente fue capturado en 1440 y quemado en la hoguera.
Aunque no se trató de un verdadero aparecido, fue quizá quien dio origen a la persistente idea de que estas criaturas son carismáticas y aristocráticas.
LOS VAMPIROS Y LA REFORMA
Hasta la reforma (la revisión de la iglesia católica durante el siglo XV) los relatos de vampirismo habían quedado relegados a la categoría de meras anécdotas incluídas en crónicas. Sin embargo, esta situación cambió con la aprobación papal de diversas publicaciones que describían al vampirismo y algunas técnicas para su prevención. Así, el vampiro contaba ya con el reconocimiento oficial del ente que debía haber sido su enemigo natural.
El primer tratado en referirse seriamente a lo oculto fue Malleus Maleficarum (el martillo de la bruja), publicado en 1485. Sus autores, los dominicos Johann Springer y Heinrich Kraemer, ofrecían consejos para enfrentarse a las brujas y los vampiros, ambos considerados patentes manifestaciones del diablo.
Así nació un período de histeria que incitó a torturar, ahogar, colgar y quemar a innumerables inocentes en toda Europa, y que duró varios siglos.
ERZSÉBET BATHORY, LA CONDESA SANGRIENTA
Es posible que Erzsébet Bathory (1560 - 1614) jamás bebiera la sangre de sus víctimas, pero sí se bañaba en ella. Nacida en el seno de una poderosa familia húngara, Bathory se ganó su sanguinario nom de plume torturando y desangrando a muchas víctimas. A su entender, la sangre joven ejercía un efecto restaurador en su avejentada piel, por lo cual empleaba grandes cantidades para untar su cuerpo e incluso bañarse.
Al igual que Gilles de Rais, que le precedió, Bathory no era un vampiro. Posiblemente fuera una iniciada en magia negra partidaria de las orgías sangrientas, pero desde luego fue su sed de sangre lo que aseguró a la comtese hongroise sanguinaire un sitio de honor en el panteón de los vampiros.
EPIDEMIA DE VAMPIROS
La aparición de literatura vampírica durante los siglos XVI y XVII sólo podía significar una cosa: que Europa había caído presa de una gran "epidemia de vampiros".
En su influyente Dissertation Historica - Philosophica de Masticatione Mortuorum (Disertación histórica y filosófica sobre los muertos que mastican), así denomida porque se creía que los vampiros masticaban su mortaja mientras se encontraban en la tumba, de 1679, el alemán Philip Rohr reiteró la creencia de que existía una explicación satánica para aquella maldición:
"La principal causa es el diablo, el más hábil de los enemigos, un adversario que aprovecha cada ocasión y oportunidad para dañar a los pobres y miserables mortales".
Desde entonces, el vampirismo pareció extenderse impreriosamente por toda Europa.
Los cadáveres sospechosos que exhibían misteriosas erupciones eran desenterrados y si presentaba signos de posesión satánica era mutilado o se le clavaba una estaca.
En tan ignorantes circunstancias resultaba sumamente fácil que si una plaga mortal se extendía la culpa recayera siempre sobre el Diablo y sus vampíricos secuaces.
RELATOS OFICIALES
A comienzos del siglo XVIII el vampiro ya se había infiltrado en los estratos más altos de la sociedad, desde universidades y academias militares a iglesias y cortes reales.
Los conquistadores españoles regresaban de sus viajes cargados de historias sobre vampiros - bruja llamados civatateo.
Los intelectuales más renombrados del mundo incluían relatos sobre los "meneos" de los cadáveres resucitados en innumerables disertaciones y tratados.
Entre ellos figuraban tractos sobre los hábitos alimenticios de los "no muertos", como De Masticatione Mortuorum in Tumulis (sobre los muertos que mastican en sus tumbas), de 1728, de Michael Ranftius.
Con el fin de no quedar eclipsada por los científicos, la iglesia hizo su propia contribución, publicada en París en 1746: Dissertations sur les Aparitions des Anges, des Démons, et des Esprits; et sur les Revenants et Vampires de Hongrie, de Bohême et de Silésie (Disertación sobre la aparición de ángeles, demonios y espíritus; y sobre los aparecidos y vampiros de Hungría, Bohemia y Silasia). Esta significativa obra pertenece al benedicto Don Agustín Calmet
| |
|